cronotopo

2019 / intervención espacial / Madrid

El cronotopo es el encuentro entre el espacio y el tiempo. La luz hace visible el transitar del tiempo por el interior de un espacio. Intervenir sobre la manera en la que incide la luz es, de alguna manera, intervenir sobre la percepción del tiempo dentro del espacio. Una membrana translúcida envuelve la arquitectura como una materialización de la cuarta dimensión y crea un refugio donde la luz se refleja y amplifica. Un espacio habitable donde la luz y el tiempo pueden llegar a tocarse.


El tiempo y el espacio se afectan recíprocamente, pues no sólo el espacio es transformado, envejecido y deteriorado al ser atravesado por el tiempo. También el tiempo -o mejor dicho, nuestra experiencia del tiempo- es muy diferente en función de las características de cada espacio. En este juego de sutiles afecciones la luz tiene un papel esencial, pues es el testigo sensorial más directo del paso del tiempo dentro del espacio.

La activación del espacio intervenido sucede realmente con la entrada del público. La frágil membrana, sensible a cualquier cambio en el entorno por leve que sea, se desliza por el aire que produce el movimiento de las personas. Está en constante y fluído movimiento. Los espectadores interactúan con la pieza y experimentan una relación con el espacio mediada por la membrana del cronotopo.

Desde el exterior, las figuras parecen diluirse dentro del espacio intervenido, produciendo una imagen más próxima al terreno de lo onírico y la ensoñación.


Esta intervención tuvo lugar en el edificio en desuso en la glorieta de Puerta de Toledo de la Universidad Carlos III de Madrid. La pieza fue realizada dentro del Taller de Espacios de Escuela Sur, impartido por Nicolás Combarro.